jueves, 13 de enero de 2011

Un mundo a tono con la naturaleza

Dios Dijo:


En un mundo sin relojes, estarías a tono más fácilmente con la naturaleza.
En mundo a tono con la naturaleza, te levantarías con el sol, y te acostarías con el sol. Tu vista sería excelente.


Comerías la comida que crece en tu entorno. La cultivarías, o la encontrarías y la cosecharías. Pescarías en los arroyos, y sacarías agua de los manantiales.


Sólo conocerías los materiales naturales. No habría químicos. No habría necesidad de maquillaje porque habría dos rosas rojas, una para cada mejilla. Tus labios serían rojos por las bayas recogidas de la parra.


El ejercicio estaría integrado en tu vida. No habría lugares separados, especiales para hacer ejercicios. El mundo sería un gimnasio, y sería un spa. Todo el equipamiento para ejercitar estaría a lo largo del camino, las ramas de los árboles para balancearse, los troncos para saltar, los ríos para nadar y hacer volteretas. Caminarías para ir al trabajo. No habría embotellamientos, y si los hubiera, tú los tomarías como una ocasión para hacer amigos. No te apurarías. No habría prisa. El tiempo no sería oro.


Tú no conocerías la presión, las fechas límite, la urgencia. Ellas no existirían. No habría tensión que bajar. No habría dietas. No habría presión alta. No se conocería la ansiedad. No habría ocasión para ella.


Podrías trabajar mucho, pero no te despedirían del trabajo que haces. Tu vida estaría precisamente en tus manos. No habría empleador ni empleado. Todos tendrían sus propios negocios, para decirlo de alguna manera. Tú serías autosuficiente. Nunca un diente del engranaje, tú serías la rueda, y el líder de tu vida sobre la Tierra, todo porque no habría relojes que te controlen.


Tú darías volteretas a lo largo de la superficie del mundo.


Incluso si tus pies estuvieran en un radio de una milla, tú atravesarías el Universo.


Tus ojos seguirían al sol. No habría necesidad de equipamiento.


¿Quién inventó la mecánica de los relojes? ¿Y quién inventó la necesidad de ellos? Al vivir afuera tu sabrías qué momento del día es por el sol, y sabrías que momento de la noche es al mirar y sumergirte en el lenguaje de las brillantes estrellas azules y de la blanca luna serena.


Estarías vestido en las hazañas de tu día.


No necesitarías hacer nada porque sabrías que tendrías todo.


Me conocerías porque nunca Me habrías desconocido. Tú verías la Mano que hace girar al mundo y pone todo en su lugar y en movimiento. Serías la rueca dispuesta que teje el paño y extiende el mundo que aparece cada día.


Te montarías a tu vida como si fuera un gran corcel, y cabalgarías hasta que el sol desaparezca en el horizonte para brillar al otro lado del mundo.


Todo porque no hay relojes, ni horarios, no hay colectivo que tomar o perder, sólo la vida, sólo vida para conllevar. Cuán cerca estarías de la Creación de Dios, y cuán cerca estarías de Dios. Sin dificultades, sabrías exactamente Quién eres y conocerías al Dios aparente de arriba, y al Dios dentro tuyo que Te sirve. Sabrías de qué estás hecho. No pensarías: "¿De qué se trata la vida de todos modos?" Sabrías de qué se trata la vida, y vivirías por siempre feliz.


Traducido por: Cecilia Ricardini

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